UNA CASA
UNA VIDA
MUCHOS RECUERDOS QUE SE DESVANECEN
Cuando Sebastián Miranda creó el Retablo del Mar, allá por 1933 mi padre era un guaje
perfectamente podía ser cualquiera de los que aparecen en el retablo, ya que en él se refleja a la perfección una parte de Gijón muy peculiar, que no es otra que el barrio de Cimadevilla de aquella época.
Y es que la gente de Gijón es como es, por cómo fueron las gentes de Cimadevilla: Alegre, proletaria, socarrona, apasionada, leal, grandona
Ese orgullo se remonta hace 2000 años cuando César Augusto, pudo doblegar a los antiguos moradores , en el año 19 A.C después de 10 años de guerra y la movilización de siete legiones extra, para crear la ciudad de Noega
Una Cimadevilla marinera, pero con miseria fue la que le toco vivir a mi padre, en la calle Atocha, calle que no tiene que ver con la que fuera antes de Nuestra señora de la Almudena, la patrona de Madrid, sino que la calle era donde vivía La Toxa o La Tocha
y es que Cimadevilla era un barrio de motes, como por ejemplo para ellos El Porcelanu, El Güérfanu, El Princesu, El Casín, Peluca, El Penosu, Papones el Carlista, El Desoreyau, El Zancarru, El Mamón, El Morcilleru, El Gochín, Barriguina, El Chepa, El Calafate, Llagrimina, Filimiquis
y para ellas La Millota, La Escapadita, María los Perros, La Musela, Viuda los Dentones, La Fandango, La Fraila, La Perola, La Culopera, La Chuchona, La Pedorrea, La Muda, La Chaquetona, Colegiata,, María la Pondala, La Levita, Trafulca, La Toxa, La Vigarina, La Truchera
Mi padre pertenece a la familia de los tranquilos, ya que mientras mi abuela Carmen atendía el bar que estaba normalmente lleno de gente, mi abuelo Antonio jugaba a las cartas tan tranquilo
y desde entoces el sobrenombre.
Mientras mi abuela atendía el bar junto a mis tías , así como el puesto de manteca de la plaza del Sur, mi padre iba al colegio de los baberos como popularmente se conocía a los hermanos del Colegio de la Salle, y después hacía los deberes sentado en las escaleras que había entre la cocina y el patio de la casa donde vivía, en la calle Atocha.

Esa casa, en la que recibió la noticia de la muerte de su hermano César, en el frente de la guerra civil. En la que veló el cadáver su hermana Luisa, que murió como consecuencia de las complicaciones pulmonares por las quemaduras por tomar demasiados baños de sol
Esa casa que tuvo que abandonar durante los 15 meses de bombardeos que sufrió Gijón entre 1936 y 1937, y que cambió durante ese tiempo por los refugios subterráneos y por una casa en la aldea
Esa casa que mi padre decidió que le ayudara a vender, hoy , 80 años después
con parte de sus recuerdos devanecidos por una maldita enfermedad que poco a poco te va dejando sin parte de tu vida, sin tus recuerdos.
El pasado viernes, fue un día agridulce para mi, al ayudar a cumplir el deseo de mi padre, al vender esa casa, parte de mi pasado se va con ella.
Solo espero , que su nuevo dueño, Marcos , un gran tipo, sea un digno propietario y sea muy feliz con su familia en ese TROZO DE CIMADEVILLA EN GIJON, tan especial para mi.
César Nozal